Han pasado de esas cosas que cuando pasan uno desconfía. Han pasado las otras que cuando son uno retrocede. Pueden pasar tantas de las que como las otras, imprevistas, dejan a uno con el aliento perdido. Y pueden pasar otras tantas de las que uno sospecha siquiera que puedan venirse. Entre tanto, tanto viento incomoda. Mucho, porque pareciera que uno como no quiso sospechar de ellas entonces no supo como esperarlas. Porque no sabría desde que lado de la puerta abordarlas. Porque no se animaba a abrir la puerta. Porque la abrió mal. Porque permanece abierta.
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