martes, 15 de febrero de 2011

Mentiras

Una forma de decir. Una manera de siempre. Abrir para ver que ver: un intento por decirse que las cosas que en un lugar se ponen no eligen ser. Ponerse: el único modo de no estar. Cuando era más pibe andaba viendo cuanto había que ver. De pronto se ven menos cosas. Uno se va yendo. Uno no quiere tanto estar dispuesto.
Rodeos de los que claman otros paisajes. Que existan, que sean. Rodeos que esconden preguntas: cómo llegar allí si desconozco donde (si solo me conozco yendo). Cómo si no puedo estarme acá. Cuando era más pibe me habitaba menos. Me visitaba poco. Y un día me visite todos los días porque andaba cansado de esas visitas. Ahora me pregunto: ¿puede uno erradicarse de algunos mapas? No importan los mapas, sino que si uno se dibuja en ellos se obliga a buscarse. En ellos. Una celebración dolorosa porque siempre se encuentra, y siempre se encuentra volviendo. Siempre se sale entrando y se entra, saliéndose. Un paseo de otros paseos que nos tienen mientras tanto. La espalda ríe porque se sabe sola. Inaccesiblemente humana. Y entre tanto se celebran ocasiones de reposos incómodos, de los que tienen credenciales. Porque siempre se buscan, sus caras, tan lejos, en el por venir.
A veces uno mira el álbum y sospecha dolor. Otras, mentiras. A veces no puedo mentirte porque no tengo rostro. Otras tantas habito salidas y lo sigo haciendo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario