miércoles, 24 de noviembre de 2010

Leer lo que lee Sarlo

Desde hace un tiempo que leía a Sarlo con la esperanza de -más allá de saber a priori que no iba a coincidir prácticamente en nada- encontrar otra punta para repensar alguna cosa que uno del todo no veía, en la urgencia por desarrollar un punto de vista. Lógicamente, el de uno. En Sarlo entonces, podían aparecer esos elementos para entender aún más a quien analizaba la política desde algún balcón de un piso alto de una aseñorada avenida de espaldas a una enorme, pulcra y reluciente biblioteca. A veces más de espaldas que otras. Y también para tener más elementos para construir sus escuchas, los complejos sujetos de sus deseos políticos.
Desde hace menos tiempo, abandoné ese ejercicio. Desde que siento que no le habla a más nada que a las calcinas gradas de La Nación, sin más interés que advertirlos del pulso ordinario y sobre todo del extraordinario de la cosa política. Hoy me encuentro con uno de esos extraordinarios, ahora cuando leo cosas  tales como que los intelectuales ya son para el kirchnerismo su tierra fértil. Ahora son. "El kirchnerismo intervino, creo que sin demasiada conciencia de lo que estaba haciendo, en esa batalla cultural. Néstor Kirchner no era un político interesado en ganarla, hasta que descubrió que esa victoria era importante porque se trataba de gente dispuesta a llevar su línea a los medios...". De la inexistencia a la noticia!, dice Lucas, (quizá sea el rasgo positivo, aunque sospecho que baja la guardia porque dando entidad, ella como tantos, también han de reconstruir la suya). Pero mientras tanto las cosas pasan. Y vaya si pasaron en estos años. No soy tan optimista como el ingeniero. Creo que a esta altura, si no apela al reconocimiento se queda sin discusión.   

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